NTRA. SRA. DE LA NATIVIDAD

ESTE BLOG ESTA CONFECCIONADO DESDE EL CORAZON, EL AMOR Y EL RESPETO A NUESTRA MADRE. EL ORGULLO, LA FE Y LA DEVOCION A ELLA, ME HAN LLEVADO A CREARLO, ESPERO QUE SEA DE VUESTRO AGRADO, Y QUE TENGA MUCHOS SEGUIDORES, PORQUE ESO SIGNIFICA QUE EL AMOR A NUESTRA SEÑORA ES GRANDE.

VIVA LA DEVOCION A SANTISIMA VIRGEN DE LA NATIVIDAD.

viernes, 25 de marzo de 2011

25 DE MARZO ANUNCIACIÓN DEL ANGEL A MARIA SANTISIMA



Relato de la Anunciación
Evangelio según San Lucas (Lc 1,26-38)

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue.


la fe de la Virgen María

1. En la narración evangélica de la Visitación, Isabel, «llena de Espíritu Santo», acogiendo a María en su casa, exclama: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Esta bienaventuranza, la primera que refiere el evangelio de san Lucas, presenta a María como la mujer que con su fe precede a la Iglesia en la realización del espíritu de las bienaventuranzas.

El elogio que Isabel hace de la fe de María se refuerza comparándolo con el anuncio del ángel a Zacarías. Una lectura superficial de las dos anunciaciones podría considerar semejantes las respuestas de Zacarías y de María al mensajero divino: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad», dice Zacarías; y María: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» (Lc 1,18.34). Pero la profunda diferencia entre las disposiciones íntimas de los protagonistas de los dos relatos se manifiesta en las palabras del ángel, que reprocha a Zacarías su incredulidad, mientras que da inmediatamente una respuesta a la pregunta de María. A diferencia del esposo de Isabel, María se adhiere plenamente al proyecto divino, sin subordinar su consentimiento a la concesión de un signo visible.

Al ángel que le propone ser madre, María le hace presente su propósito de virginidad. Ella, creyendo en la posibilidad del cumplimiento del anuncio, interpela al mensajero divino sólo sobre la modalidad de su realización, para corresponder mejor a la voluntad de Dios, a la que quiere adherirse y entregarse con total disponibilidad. «Buscó el modo; no dudó de la omnipotencia de Dios», comenta san Agustín (Sermo 291).

2. También el contexto en el que se realizan las dos anunciaciones contribuye a exaltar la excelencia de la fe de María. En la narración de san Lucas captamos la situación más favorable de Zacarías y lo inadecuado de su respuesta. Recibe el anuncio del ángel en el templo de Jerusalén, en el altar delante del «Santo de los Santos» (cf. Ex 30,6-8); el ángel se dirige a él mientras ofrece el incienso; por tanto, durante el cumplimiento de su función sacerdotal, en un momento importante de su vida; se le comunica la decisión divina durante una visión. Estas circunstancias particulares favorecen una comprensión más fácil de la autenticidad divina del mensaje y son un motivo de aliento para aceptarlo prontamente.

Por el contrario, el anuncio a María tiene lugar en un contexto más simple y ordinario, sin los elementos externos de carácter sagrado que están presentes en el anuncio a Zacarías. San Lucas no indica el lugar preciso en el que se realiza la anunciación del nacimiento del Señor; refiere, solamente, que María se hallaba en Nazaret, aldea poco importante, que no parece predestinada a ese acontecimiento. Además, el evangelista no atribuye especial importancia al momento en que el ángel se presenta, dado que no precisa las circunstancias históricas. En el contacto con el mensajero celestial, la atención se centra en el contenido de sus palabras, que exigen a María una escucha intensa y una fe pura.

Esta última consideración nos permite apreciar la grandeza de la fe de María, sobre todo si la comparamos con la tendencia a pedir con insistencia, tanto ayer como hoy, signos sensibles para creer. Al contrario, la aceptación de la voluntad divina por parte de la Virgen está motivada sólo por su amor a Dios.

3. A María se le propone que acepte una verdad mucho más alta que la anunciada a Zacarías. Éste fue invitado a creer en un nacimiento maravilloso que se iba a realizar dentro de una unión matrimonial estéril, que Dios quería fecundar. Se trata de una intervención divina análoga a otras que habían recibido algunas mujeres del Antiguo Testamento: Sara (Gn 17,15-21; 18,10-14), Raquel (Gn 30,22), la madre de Sansón (Jc 13,1-7) y Ana, la madre de Samuel (1 S 1,11-20). En estos episodios se subraya, sobre todo, la gratuidad del don de Dios.

María es invitada a creer en una maternidad virginal, de la que el Antiguo Testamento no recuerda ningún precedente. En realidad, el conocido oráculo de Isaías: «He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Is 7,14), aunque no excluye esta perspectiva, ha sido interpretado explícitamente en este sentido sólo después de la venida de Cristo, y a la luz de la revelación evangélica.

A María se le pide que acepte una verdad jamás enunciada antes. Ella la acoge con sencillez y audacia. Con la pregunta: «¿Cómo será esto?», expresa su fe en el poder divino de conciliar la virginidad con su maternidad única y excepcional.

Respondiendo: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1,35), el ángel da la inefable solución de Dios a la pregunta formulada por María. La virginidad, que parecía un obstáculo, resulta ser el contexto concreto en que el Espíritu Santo realizará en ella la concepción del Hijo de Dios encarnado. La respuesta del ángel abre el camino a la cooperación de la Virgen con el Espíritu Santo en la generación de Jesús.

4. En la realización del designio divino se da la libre colaboración de la persona humana. María, creyendo en la palabra del Señor, coopera en el cumplimiento de la maternidad anunciada.

Los Padres de la Iglesia subrayan a menudo este aspecto de la concepción virginal de Jesús. Sobre todo san Agustín, comentando el evangelio de la Anunciación, afirma: «El ángel anuncia, la Virgen escucha, cree y concibe» (Sermo 13 in Nat. Dom.). Y añade: «Cree la Virgen en el Cristo que se le anuncia, y la fe le trae a su seno; desciende la fe a su corazón virginal antes que a sus entrañas la fecundidad maternal» (Sermo 293).

El acto de fe de María nos recuerda la fe de Abraham, que al comienzo de la antigua alianza creyó en Dios, y se convirtió así en padre de una descendencia numerosa (cf. Gn 15,6; Redemptoris Mater, 14). Al comienzo de la nueva alianza también María, con su fe, ejerce un influjo decisivo en la realización del misterio de la Encarnación, inicio y síntesis de toda la misión redentora de Jesús.

La estrecha relación entre fe y salvación, que Jesús puso de relieve durante su vida pública (cf. Mc 5,34; 10,52; etc.), nos ayuda a comprender también el papel fundamental que la fe de María ha desempeñado y sigue desempeñando en la salvación del género humano.


La esclava obediente del Señor

1. Las palabras de María en la Anunciación: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), ponen de manifiesto una actitud característica de la religiosidad hebrea. Moisés, al comienzo de la antigua alianza, como respuesta a la llamada del Señor, se había declarado su siervo (cf. Ex 4,10; 14,31). Al llegar la nueva alianza, también María responde a Dios con un acto de libre sumisión y de consciente abandono a su voluntad, manifestando plena disponibilidad a ser «la esclava del Señor».

La expresión «siervo» de Dios se aplica en el Antiguo Testamento a todos los que son llamados a ejercer una misión en favor del pueblo elegido: Abraham (Gn 26,24), Isaac (Gn 24,14) Jacob (Ex 32,13; Ez 37,25), Josué (Jos 24,29), David (2 Sm 7,8) etc. Son siervos también los profetas y los sacerdotes, a quienes se encomienda la misión de formar al pueblo para el servicio fiel del Señor. El libro del profeta Isaías exalta en la docilidad del «Siervo sufriente» un modelo de fidelidad a Dios con la esperanza de rescate por los pecados del pueblo (cf, Is 42-53). También algunas mujeres brindan ejemplos de fidelidad, como la reina Ester, que, antes de interceder por la salvación de los hebreos, dirige una oración a Dios, llamándose varias veces «tu sierva» (Est 4,17).

2. María, la «llena de gracia», al proclamarse «esclava del Señor», desea comprometerse a realizar personalmente de modo perfecto el servicio que Dios espera de todo su pueblo. Las palabras: «He aquí la esclava del Señor» anuncian a Aquel que dirá de sí mismo: «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45; cf. Mt 20,28). Así, el Espíritu Santo realiza entre la Madre y el Hijo una armonía de disposiciones íntimas, que permitirá a María asumir plenamente su función materna con respecto a Jesús, acompañándolo en su misión de Siervo.

En la vida de Jesús, la voluntad de servir es constante y sorprendente. En efecto, como Hijo de Dios, hubiera podido con razón hacer que le sirvieran. Al atribuirse el título de «Hijo del hombre», a propósito del cual el libro de Daniel afirma: «Todos los pueblos, naciones y lenguas le servirán» (Dn 7,14), hubiera podido exigir el dominio sobre los demás. Por el contrario, al rechazar la mentalidad de su tiempo manifestada mediante la aspiración de los discípulos a ocupar los primeros lugares (cf. Mc 9,34) y mediante la protesta de Pedro durante el lavatorio de los pies (cf. Jn 13,6), Jesús no quiere ser servido, sino que desea servir hasta el punto de entregar totalmente su vida en la obra de la redención.

3. También María, aun teniendo conciencia de la altísima dignidad que se le había concedido, ante el anuncio del ángel se declara de forma espontánea «esclava del Señor». En este compromiso de servicio ella incluye también su propósito de servir al prójimo, como lo demuestra la relación que guardan el episodio de la Anunciación y el de la Visitación: cuando el ángel le informa de que Isabel espera el nacimiento de un hijo, María se pone en camino y «de prisa» (Lc 1,39) acude a Galilea para ayudar a su prima en los preparativos del nacimiento del niño, con plena disponibilidad. Así brinda a los cristianos de todos los tiempos un modelo sublime de servicio.

Las palabras «Hágase en mi según tu palabra» (Lc 1,38), manifiestan en María, que se declara esclava del Señor, una obediencia total a la voluntad de Dios. El optativo «hágase» (génoito), que usa san Lucas, no sólo expresa aceptación, sino también acogida convencida del proyecto divino, hecho propio con el compromiso de todos sus recursos personales.

4. María, acogiendo plenamente la voluntad divina, anticipa y hace suya la actitud de Cristo que, según la carta a los Hebreos, al entrar en el mundo, dice: «Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo (...). Entonces dije: ¡He aquí que vengo (...) a hacer, oh Dios, tu voluntad!» (Hb 10,5-7; Sal 40,7-9).

Además, la docilidad de María anuncia y prefigura la que manifestará Jesús durante su vida pública hasta el Calvario. Cristo dirá: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra» (Jn 4,34). En esta misma línea, María hace de la voluntad del Padre el principio inspirador de toda su vida, buscando en ella la fuerza necesaria para el cumplimiento de la misión que se le confió.

Aunque en el momento de la Anunciación María no conoce aún el sacrificio que caracterizará la misión de Cristo, la profecía de Simeón le hará vislumbrar el trágico destino de su Hijo (cf. Lc 2,34-35). La Virgen se asociará a él con íntima participación. Con su obediencia plena a la voluntad de Dios, María está dispuesta a vivir todo lo que el amor divino tiene previsto para su vida, hasta la «espada» que atravesará su alma.


María, nueva Eva

1. El concilio Vaticano II, comentando el episodio de la Anunciación, subraya de modo especial el valor del consentimiento de María a las palabras del mensajero divino. A diferencia de cuanto sucede en otras narraciones bíblicas semejantes, el ángel lo espera expresamente: «El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la Encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida» (Lumen gentium, 56).

La Lumen gentium recuerda el contraste entre el modo de actuar de Eva y el de María, que san Ireneo ilustra así: «De la misma manera que aquella -es decir, Eva- había sido seducida por el discurso de un ángel, hasta el punto de alejarse de Dios desobedeciendo a su palabra, así ésta -es decir, María- recibió la buena nueva por el discurso de un ángel, para llevar en su seno a Dios, obedeciendo a su palabra; y como aquélla había sido seducida para desobedecer a Dios, ésta se dejó convencer a obedecer a Dios; por ello, la Virgen María se convirtió en abogada de la virgen Eva. Y de la misma forma que el género humano había quedado sujeto a la muerte a causa de una virgen, fue librado de ella por una Virgen; así la desobediencia de una virgen fue contrarrestada por la obediencia de una Virgen...» (Adv. Haer., 5, 19, 1).

2. Al pronunciar su «sí» total al proyecto divino, María es plenamente libre ante Dios. Al mismo tiempo, se siente personalmente responsable ante la humanidad, cuyo futuro está vinculado a su respuesta.

Dios pone el destino de todos en las manos de una joven. El «sí» de María es la premisa para que se realice el designio que Dios, en su amor, trazó para la salvación del mundo.

El Catecismo de la Iglesia católica resume de modo sintético y eficaz el valor decisivo para toda la humanidad del consentimiento libre de María al plan divino de la salvación: «La Virgen María colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres. Ella pronunció su "fiat" "ocupando el lugar de toda la naturaleza humana". Por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes» (n. 511).

3. Así pues, María, con su modo de actuar, nos recuerda la grave responsabilidad que cada uno tiene de acoger el plan divino sobre la propia vida. Obedeciendo sin reservas a la voluntad salvífica de Dios que se le manifestó a través de las palabras del ángel, se presenta como modelo para aquellos a quienes el Señor proclama bienaventurados, porque «oyen la palabra de Dios y la guardan» (Lc 11,28). Jesús, respondiendo a la mujer que, en medio de la multitud, proclama bienaventurada a su madre, muestra la verdadera razón de ser de la bienaventuranza de María: su adhesión a la voluntad de Dios, que la llevó a aceptar la maternidad divina.

En la encíclica Redemptoris Mater puse de relieve que la nueva maternidad espiritual, de la que habla Jesús, se refiere ante todo precisamente a ella. En efecto, «¿no es tal vez María la primera entre "aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen"? Y por consiguiente, ¿no se refiere sobre todo a ella aquella bendición pronunciada por Jesús en respuesta a las palabras de la mujer anónima?» (n. 20). Así, en cierto sentido, a María se la proclama la primera discípula de su Hijo (cf. ib.) y, con su ejemplo, invita a todos los creyentes a responder generosamente a la gracia del Señor.

4. El concilio Vaticano II destaca la entrega total de María a la persona y a la obra de Cristo: «Se entregó totalmente a sí misma, como esclava del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo. Con él y en dependencia de él, se puso, por la gracia de Dios todopoderoso, al servicio del misterio de la redención» (Lumen gentium, 56).

Para María, la entrega a la persona y a la obra de Jesús significa la unión íntima con su Hijo, el compromiso materno de cuidar de su crecimiento humano y la cooperación en su obra de salvación.

María realiza este último aspecto de su entrega a Jesús en dependencia de él, es decir, en una condición de subordinación, que es fruto de la gracia. Pero se trata de una verdadera cooperación, porque se realiza con él e implica, a partir de la anunciación, una participación activa en la obra redentora. «Con razón, pues, -afirma el concilio Vaticano II- creen los santos Padres que Dios no utilizó a María como un instrumento puramente pasivo, sino que ella colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres. Ella, en efecto, como dice san Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano" (Adv. Haer., 3, 22, 4)» (ib.)

María, asociada a la victoria de Cristo sobre el pecado de nuestros primeros padres, aparece como la verdadera «madre de los vivientes» (ib.). Su maternidad, aceptada libremente por obediencia al designio divino, se convierte en fuente de vida para la humanidad entera.

martes, 28 de septiembre de 2010

Ofrecimiento Policía


Ofrecimiento de la Policía Nacional a Nuestra Señora de la Natividad. La Brigada Escolta a nuesta Virgen, en el día de su festividad. Video: Martinalonso; Gracias por estas imagenes, Guadamur 2010

jueves, 2 de septiembre de 2010

Presentación del libro HISTORIA DE LA HERMANDAD Y DEL CULTO A NTRA. SRA. DE LA NATIVIDAD


El día 6 de Septiembre a las 17:00 de la tarde en el Auditorio Municipal, se presentará el libro Historia de la Hermandad y del Culto a Nuestra Señora de la Natividad.
El libro recoge la historia de esta antigua devoción en la localidad, del edificio en donde le rinde culto y la historia conocida de su hermandad. Sus autores, Pedro Antonio Alonso Revenga y Gonzalo Martín López, desvelaran las claves de esta libro y el largo proceso de investigaciones sobre el tema.
La imagen de de portada, es el icono de Nuestra Señora, cuando se estaba restaurando.
Imagen cedida por: Dº Candido Sánchez.
Mas información en http://www.telefonica.net/web2/guadamur2/

lunes, 30 de agosto de 2010

NOVENA A LA SANTISIMA VIRGEN DE LA NATIVIDAD

Imagenes de la entrada de la Virgen en la ermita. fotos: Amador Cuartero.

DEL 30 DE AGOSTO AL 6 DE SEPTIEMBRE DE 2010.
A LAS 20:45 H , EN LA ERMITA SANTO ROSARIO Y NOVENA EN HONOR DE NTRA. SRA. DE LA NATIVIDAD, CON CANTO DE LA SALVE POPULAR.
EL DIA 7 EN EL TEMPLO PARROQUIAL, DESPUES DE LA BAJADA DE LA VIRGEN.

-* NOVENARIO *-

Virgen María, Madre de Dios, Reina y Madre mía, acudo a Ti, llena de confianza y amor, porque creo que es por medio de Ti, que Jesús, verdadero Hijo de Dios y verdadero hijo tuyo, ha querido, quiere y querrá hasta el final de los tiempos derramar sobre mí pecadora, todas las gracias, los bienes y la infinita misericordia que guarda en su Divino Corazón.
Por esto te suplico a Ti, Madre de Bondad y de Misericordia, que me alcances de Jesús, la conversión de corazón, el perdón de mis pecados, el remedio de mis necesidades, la fortaleza en mis pruebas y sufrimientos, el consuelo en mis tristezas, sobre todo la salvación de mi alma, y lo que Te pido en esta Novena, si es según la Voluntad de Dios Padre, para mayor Gloria Suya, alabanza Tuya y bien de las almas y de mi alma.
Pedir la gracia que deseo alcanzar de María en esta Novena.

DÍA PRIMERO: Virgen María, ¡Bendita Tú entre todas las mujeres!. Tú que fuiste predestinada desde toda la eternidad, y elegida entre todas las mujeres, para ser la Madre del Hijo de Dios, por lo cual Dios infundió en tu alma todas las virtudes y el Espíritu Santo te colmó con todos sus dones e inflamó tu corazón en el amor de Dios. Te ruego, -ya que dicen que amarte es señal de predestinación-, que enriquezcas mi alma con el amor, las virtudes y frutos que necesito, para que mi vida sea digna de hija de Dios y de hija tuya, para que imitándote a Ti, vaya uniendo más y más estrechamente mi voluntad a la Voluntad de Dios y así como con tu "Sí" a Su Voluntad dio inició la Historia de la Salvación , al tomar carne el Hijo de Dios en tus entrañas por obra del Espíritu Santo, también yo, haga de mi vida un "sí", y pueda emplear mi vida en el amor y servicio de Él y de la Iglesia, convirtiéndome en instrumento de salvación para los demás.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad y Gloria …
Oración final:
Te suplico Señor y Dios mío, que escuches a tu Madre y me concedas las gracias que Ella te solicita en favor mío ; "sentirla", amarla, y servirla con tu mismo amor y contar siempre con su intercesión "todopoderosa" ante tu Corazón, para que guiada, "acompañada" y defendida por Ella y siguiendo su ejemplo, pueda amarte y servirte en esta vida y gozar con Ella y con todos los Ángeles y Santos del amor de la Santísima Trinidad por toda la eternidad. Pídeselo por mi y en Tu Nombre a Dios Padre, con quién vives y reinas en unidad del Espíritu Santo por todos lo siglos de los siglos. Amen.

DÍA SEGUNDO: Virgen María, siempre inmaculada, "bendito el Fruto de tu vientre". Tú que desde el primer instante de tu concepción fuiste preservada por Dios de toda mancha de pecado y llena de gracia , para que llegada la "Plenitud de los tiempos" su Divino Hijo, llevando a cumplimiento el plan providencial de la Santísima Trinidad sobre la salvación de los Hombres, se encarnase en Ti por obra del Espíritu Santo, quedando Tú introducida ya desde aquel primer anuncio en el Misterio de Cristo tu Hijo para siempre. Te suplico por tu Inmaculada Concepción que me concedas Tu auxilio para que mantenga siempre mi alma limpia de pecado y el Espíritu Santo pueda formar Contigo y en Ti a Jesús en mi corazón y llena de sus dones como Tu, sea una digna morada de la Santísima Trinidad.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad. Gloria … y la oración final.

DÍA TERCERO: Virgen María, Modelo de humildad y de obediencia a la Voluntad de Dios, Tú que te llamaste a Ti misma "esclava del Señor", Tú que te gozaste en tu pequeñez, que Te consagraste del todo a Ti misma, ¡con todo tu ser a la Persona y a la obra salvífica de Jesús!, haciendo de tu vida no sólo un continuo canto de amor, de alabanza y de gratitud a Dios, sino también un continuo acto de servicio, cooperando así en la redención con humildad y fidelidad. Te suplico que me alcances del Señor que llena de ese amor, llena de fe y con un corazón humilde y generoso, pueda a ejemplo Tuyo, hacer de mi vida un continuo acto de servicio a su Persona y a su misión salvadora, siendo instrumento de salvación en sus Manos para otros y para la total y completa instauración de su Reino y de la Iglesia en el mundo, para que así un día Contigo pueda proclamar las grandezas de Dios y cantar por siempre sus Misericordias.
Se rezan las tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad, Gloria … y la oración final.

DÍA CUARTO: Virgen María, Maestra de oración y de silencio, primera oyente y discípula de Jesús, Tú que como nadie conociste y viviste los Misterios de la Encarnación y de la Redención, Tú que guardaste y meditaste en tu Corazón con fe, esperanza y amor, las palabras que te fueron dichas de parte de Dios y los acontecimientos que constituyeron los Misterios de la infancia y de la vida de Jesús, descubriendo poco a poco a través de todo ello los misteriosos e inefables designios de Dios Padre sobre la salvación de los hombres Te ruego que me alcances de Dios esa fe fuerte , firme e indestructible, esa esperanza contra toda esperanza y ese amor ardiente, pleno y total que adornaron tu Corazón, para que acepte siempre en mi vida los misteriosos designios de la Voluntad de Dios, vea en todo su Providencia que sólo desea mi bien y sea para otros testimonio de fe y de esperanza.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad, Gloria… y la oración final.

DÍA QUINTO: Virgen María, madre, auxilio, salud, refugio, consuelo, socorro, abogada de todos aquellos que te necesitan y acuden a Ti con confianza y amor, Tú que yendo a visitar a tu prima Sta. Isabel y luego en las Bodas de Caná, me diste ejemplo de amor ,de generosidad y solidaridad con el prójimo, manifestándose en ambos momentos a través de Ti, la Divinidad y el poder de Jesús. Enséñame a tener ese espíritu de generosidad y de solidaridad para con todos los que forman parte de mi vida, con todos aquellos que de algún modo necesiten mi ayuda, especialmente con los mas pobres y también en aquellas necesidades por muy lejanas que estén en las que sea necesario el "milagro" y el poder de la caridad; que como Tú y con tu ayuda también yo lleve a Jesús allí adonde vaya , para que descubran a través de mí "sierva inútil", el poder y la misericordia de Jesús y como Tú en mi oración presente siempre y sin cesar a Dios Padre las necesidades de los hombres y del mundo.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad, Gloria … y la oración final.

DÍA SEXTO: Virgen Santísima de los Dolores, , Tú que como nadie viviste, "sentiste" y sufriste en Tu Corazón de Madre , el desamor, la persecución, la calumnia , la dolorosísima Pasión y Muerte que sufrió Jesús por nuestra salvación, alcánzame del Espíritu Santo la fe, el amor y el don de fortaleza que llenaron tu Corazón en aquellos momentos, para que también yo acepte con amor y una los sufrimientos de mi vida, a los de Jesús y a los Tuyos, para completar en mi carne -como decía S. Pablo- lo que le falta a su Pasión en bien de la Iglesia y por la salvación de las almas.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad, Gloria … y la oración final.

DÍA SÉPTIMO: Virgen María, Madre de Dios y Madre de todos los Hombres, Tú que estuviste junto a Jesús clavado en la Cruz, y sin duda te asociaste con entrañas de Madre a su sacrificio, y te ofreciste con Él al Padre para la salvación de todos los Hombres , engendrándonos como hijos tuyos al pie de la Cruz en la persona de S. Juan a costa de dolores tan inmensos y amargos, defiende nuestra causa con tu protección maternal y tu intercesión "omnipotente" ante Dios. Obtennos a los que amamos y seguimos a Jesús el incesante socorro de su gracia, para que nos mantengamos fieles a las exigencias y a los compromisos de nuestro Bautismo y demos testimonio de Él con toda nuestra vida y para que podamos luchar contra los enemigos de nuestra salvación y no nos alejemos de Él por el pecado. Y ya que eres Madre de Bondad y de Misericordia ora sin cesar por tantos Hombres, que viven en pecado, cerrados a su Misericordia; de espaldas a Él o negando su existencia. "Pon" ante Dios Padre, los brazos de Jesús abiertos en la Cruz, para que mantenga siempre sus brazos abiertos dispuestos a acoger en un abrazo de amor y de perdón a todos los hombres por los que Jesús entregó su vida, aunque sea en el último instante de las suyas. Madre de los pecadores y Madre de la Vida, ruega por nosotros.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad, Gloria… y la oración final.

DÍA OCTAVO: Virgen María, Madre y Modelo de la Iglesia, Tú que unida como una discípula más, a los Apóstoles y discípulos en el Cenáculo, esperaste orando e invocando sin cesar, el Don del Espíritu Santo prometido por Jesús antes de su Ascensión al Cielo. Alcánzame, que unida en oración con la Iglesia, implore a Dios que se realice en Ella un Nuevo Pentecostés, que El la una en la paz y en el amor y renueve y transforme los corazones de todos los cristianos, para que llenos de sus dones nuestra vida sea un testimonio de fe, de esperanza y de amor como la tuya y seamos ejemplo de santidad en este mundo tan secularizado, adonizado y alejado de Dios, para que así los Hombres crean que Jesús es el Salvador, el Hijo enviado, predilecto y amado del Padre y escuchando su voz, crean y amen al Padre, y aceptando la Salvación vivan como salvados.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad, Gloria … y la oración final.

DÍA NOVENO: Virgen María, Reina y Señora de los Ángeles, Tú que fuiste Asunta en cuerpo y alma al Cielo, y coronada como Reina y Señora de Cielos y Tierra y gozas ya sentada a la diestra de Jesús de la Unión , de la Gloria eterna y del Amor de la Santísima Trinidad . Guíame acompáñame y protégeme en mi peregrinaje de la fe hacia la vida eterna, para que no me aparte de Jesús, único y verdadero Camino hacia el Padre y en la hora de la muerte experimente tu poderosa intercesión y protección maternal .y así Contigo pueda alabar, adorar y gozar de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo por toda la eternidad.
Se rezan tres Ave María en honor de la Stma. Trinidad, Gloria… y la oración final.

miércoles, 16 de junio de 2010

III JORNADAS VISIGODAS




Este fin de semana se celebran en Guadamur las terceras jornadas visigodas , que comienzan la tarde del viernes 18 y se prolongan hasta el mediodía del domingo 20. En los alrededores de la Ermita de Ntra. Sra. de la Natividad.
Aqui os dejo el Programa y algunas images del Año pasado.


miércoles, 24 de marzo de 2010

MIRADAS DEL PASADO




IMAGENES CEDIDAS POR: PEDRO ANTONIO ALONSO REVENGA

lunes, 22 de marzo de 2010

FOTOGRAFIAS ANTIGUAS


FACHADA DE LA ERMITA DE 1960 Y, PROCESION DE LA LAS HIJAS DE MARIA SALIENDO DE LA ERMITA. FOTOGRAFIAS CEDIDAS POR: PEDRO ANTONIO ALONSO REVENGA.